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El niño Serpiente.

El niño Serpiente. Nunca supo su fecha de nacimiento, provenía de uno de los poblados más humildes de Japón. Su madre falleció el día de su nacimiento, es todo lo que sabía, ya que estaba prohibido hablar de su padre, así como lo están todos los secretos. Es de este modo que fue educado por su abuelo. Vivió una época temprana de aquel país, no tuvo ningún tipo de educación, su abuelo se encargó de enseñarle todo lo necesario para subsistir, procesos de siembra, conocimiento de las temporadas. Se volvió un gran observador desde muy pequeño, entendía el misterio de los astros, los ciclos de la naturaleza. Vivían muy cerca del mar y acudían constantemente por cuestiones de pesca. Una temporada cuando aún era muy pequeño tuvo su primer encuentro con las tortugas, era asombroso ver lo que en él produjeron. Volvió cada que le fue posible a observarlas, a estudiarlas, admirarlas. Entendió sus procesos, sus ciclos, año tras año. Su abuelo se percató desde un principio así que un día cuando él

Haru II

Has entrado como una bala en mi cúpula craneal. Me regalas         así en mis plegarias, cielos grises y te siento más que nunca en un viril cuerpo humano. Tránsito infranqueable de un destino. Haru sé que ahora estás, más que nunca como un capricho fugaz.          Renunciamos, a qué tanto renunciamos por seguir siendo un simple mortal. Por qué no dejarlo todo en ese simple arrebato estando tan cerca de la nada Afuera y adentro          tan cerca. Qué paralelo pensamiento  fugaz, fugaz, fugaz. Renunciamos tú y yo. Nos contemplamos en el gris, así tú y yo Seducción Somos uno en el otro, sangre agridulce resbalando por nuestros sentidos. Resbalando por lo que ha quedado  y quedará de nosotros. Pensando más  qué nunca en el futuro. Gris como lo somos tú y yo. Haru, autopsia es lo que queda de nosotros este escrutinio al que nos debemos someter. Renunciamos tú y yo, para seguirnos ofreciendo tal vez, nuestro propio capricho. Hasta dónde te quedarás ¿Sólo el gris? Seduceme qué sabré camufla

La Palmera

Hoy la Palmera se contempla a sí misma. Caída desde su altura se sabe andar en su palma; bigote felino. siente su estética y al ritmo del día extiende su sombra, y vacila entre cola y serpiente y aguijón. Caza y casa temporal del ave taciturna canta y sucumbe y se sabe carrusel al ritmo  que llega la oscuridad. Niño inmoral. Trepa el simio alma de aguijón. La Palmera calla, no es palabra, es vacuidad. Descifrable lectora constelacional anda entre la osa negra y la presencia del efebo astral. Se impone desde su inmensidad estática; columna ateniense. Madre inmortal. En  la guerra del poder supremo ella es tempestad. La esfera florece; pétalo convexo. Irradia voracidad; imponente gravedad. Omnipotente elige en la penumbra del azar es, Shinigami emocional. Un filo es la Muerte. Caída mortal. Descendientes ahora sombras han venido a enjuiciar. Finalidad sin fin. Sacrificio es el plan.

Palabra Errante

Si hay jerarquías en la vida esta es la mía. Trágate este infierno. Aquí está el llamado del silencio del paso en proximidad del negro. Ven, ven qué te quiero oler Ven, ven qué te quiero sentir Ven, ven qué te quiero acicalar. Siente, siente qué hay en el pecho aquí, abierto, está por nacer. Es el parto del siniestro, es clan de un ancestro Pulula, pulula la lepra de la pierna antigua. La mordedura, la crudeza, ¡el hambre! de ser y permanecer, sobrevivir.  No hay límites, hay un destino.  Por el clan un sacrificio. Trágate este infierno. Hambre, hambre, un destino carne, carne, un dolor, un respiro.  No hay límites en los extremos. Sólo un fin  encontrar nuestro símbolo.

Quimera

Salí al encuentro de la promesa. Atendí el llamado latente de los días y caminé el sendero. Abrí paso en pasos ya pérdidos buscando la escencia de este río, que el tiempo en horas debió dilucidar. Nada fue así. Kilómetros y cansancio. Marcha atrás. Sol, mareo y sin pensar cayó el velo de la realidad. De pronto, al cruzar el río, una parálisis invadió mi ser, mi cuerpo. Una atmósfera se elevó más allá de la gravedad. El agua palidesió  mostrando sus intestinos; se congeló y a lo lejos galopando un ser indefinible, pero, como quimera, me transtornó. Entre aleteos de parvadas una cabeza de Perro me espetó sus dientes y su furia. Cuestionó mi presencia en ese río y pude hablarle de mi oficio; miró a través de mi mirada y nos desvanecimos en el tiempo.  Planteó, con su tortuosa voz, hablarme de la noche y sus secretos. Me negué harto de superficialidades, le enseñé mi herida y en consecuencia, un diente le obsequié. Musitó, todo sé de la noche, y con intriga, todo sé de la oscuridad; pero q

Reloj Monótono

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Markus *Akesson Había visto caer hojas. Había visto caer ramas. Un día vio partir el suelo, entonces se detuvo. Menguó a contra luz el sol. Contempló por primera vez en él el árbol. Y como un pixel entre hojas y colores y luces y nada y pasmo se sintió cubierto. Cayó, cayó... Supo que había grafias y se supo piel. Se supo táctil e insignificado por el olor que ya solo venia de bajo, la humedad. Subió lento al piso 77 del edificio de su oficina, no sabía si subía o bajaba.  El elevador era letargo. Números rojos, descompensación de su estado. Frente al monitor sólo ahí vio que se había bañado sin bañar de quien no sabe a qué huele el agua, a qué sabe el agua. Fue eso, tiempo nuevo de monotonía...

Anser, el inicio de la Sombra

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Anser Anser XII años de su partida -¿tanto tiempo había pasado ya?- El viaje, y cambio de clima le mantuvieron en cama durante dos días. La reflexión no se hizo esperar. No  es que fuera alguien preocupada por las cuestiones del Ser. El aislamiento al que se vio sometida por las dificultades de lenguaje de  pronto cayeron de su gracia, ahora era difícil pronunciar su propio idioma. Al fin, con el ánimo para salir de cama, planeó su cumpleaños. Sus 37 le hicieron pensar en el regreso, era el momento justo. Nada  qué perder y mucho que reconciliar. Paso a paso, habitación por habitación. Sintió  que no debió salir de cama, ni siquiera regresar a ese país que apenas conocía. Una  ansiedad de arrepentimiento le invadió. -Era la decisión más importante de su vida- No lo entendió hasta el primer bocado. La primera llamada familiar. El primer abrazo. El reencuentro de eso que apenas le sabía perdido. Desconcierto del desarraigo. La libertad que le planteó la vid